Entre todos los deportes que existen en la nieve, uno de los que se ha vuelto muy practicado en los últimos tiempos es el esquí de fondo, también conocido por algunos como esquí nórdico o esquí a campo traviesa, y en su variante anglosajona como “cross-country”, el cual en principio sólo se estableció como un medio de desplazamiento debido a la nieve que se acumula en algunos países del norte de Europa en la mayor parte del año.
La clave para entender el esquí de fondo tiene que ver, de hecho, con que se amplía deliberadamente la superficie de apoyo de la persona, para evitar que de este modo pueda llegar a hundirse en la nieve, lo que es, de hecho, el principal inconveniente que tienen aquellos que intentan atravesar las grandes acumulaciones de la misma.
En este sentido, se especifica que, manteniendo el principio de incrementar la superficie de apoyo, los esquís consiguen además aprovechar favorablemente las características de deslizamiento de las superficies heladas. En este punto, es importante siempre mantener una superficie de apoyo que sea lisa e impermeable, además del uso de bastones que permiten luego el impulso de la persona.
Ya en lo que respecta más concretamente a las competiciones, no se puede perder de vista que los fondistas deben realizar carreras contrarreloj de distancias de hasta 150 kilómetros, aunque también existen carreras más cortas, en algunos casos con eliminatorias, denominadas sprints.
Finalmente, se debe decir que existen dos estilos a la hora de llevar acabo esta actividad. El primero de ellos denominado clásico, y el segundo de ellos, denominado libre. En el primero de ellos se pasan los esquíes por dos carriles; mientras que en el libre se va por caminos abiertos. Tampoco se puede dejar de señalar que cada cuatro años se producen las competencias olímpicas, y que cada dos años se producen los mundiales.