Grandvalira: un poco de historia

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La estación andorrana de Grandvalira es una de las más importantes de la Península Ibérica siendo el dominio esquiable más grande de los Pirineos. Hoy en día, esta estación es una de las referencias del mundo del esquí, e incluso se está tomando como ejemplo para exportar el modelo Grandvalira a otros países emergentes. ¿Pero cómo surge esta estación? Hoy daremos una pequeña lección de historia de la nieve andorrana.

En 2003 las direcciones generales de SAETDE y de ENISA, sociedades explotadoras de Pas de la Casa-Grau Roig y de Soldeu-el Tarter, anunciaban una esperada fusión. Desde entonces, Grandvalira ha ido creciendo a un ritmo imparable, apartando soluciones empresariales y de servicios al mercado de explotación de las estaciones invernales.

En 1956 el empresario y campeón de esquí Francesc Viladomat instaló el primer telesquí en la cima de Coll Blanc en Pas de la Casa. Funcionaba gracias al motor de un camión y podía transportar 450 esquiadores cada hora. A partir de aquel momento, la estación fue creciendo a una media de un nuevo remonte por año. Siete años más tarde, se instaló el primero remonte en Soldeu, iniciándose un proyecto mediante capital privado de las familias Baró, Salvans y Torrallardona.

Durante los años 80, Pas de la Casa-Grau Roig incorporó los primeros cañones de nieve automáticos, mientras que en la estación vecina se inauguraba el sector de Riba Escorxada, con acceso desde El Tarter.

En 1996 se puso en funcionamiento en Soldeu, el primer telecabina de 8 plazas de los Pirineos y en el año 2000 el nuevo sector de Canillo se puso en marcha. Por su parte, Pas de la Casa-Grau Roig, explotado por SAETDE, instaló el primer telesilla desembragable de seis plazas de los Pirineos en 1997. En 2003, las dos estaciones ya estaban conectadas físicamente.

… Y ahí nacía Grandavalira, un fusión exitosa para los amantes de la nieve.

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